space alone

Arely Valdés
2 min readFeb 27, 2019

Mi sombra se alarga frente a mí. Estoy a contraluz. Viro y encaro al sol. Esta estrella me revitaliza, me da fuerzas para seguir e ir más lejos. Mi batería es vitamina D. Puedo ver la cicatriz de mi paso extenderse sobre la llanura ondulante y cobriza. Dos líneas rugosas que nunca se cruzarán. Tengo la costumbre de voltear y observar lo que he recorrido. Volteo también para comprobar lo que ya sé. Mi peregrinaje carente de encuentros, las fotografías sin protagonistas visibles y el silencio deberían bastar, pero continúo volteando.

Estoy sola en Marte.

Regreso la vista al frente. Sobre el horizonte se está formando una ola gigante marrón. Cuando me hicieron, escuché hablar del tema. Me pregunto si el amor es como la débil tibieza del sol abrazando mis paneles o como las voces radiadas que saltaron eufóricas ante la prueba de arcilla. La ola gigante marrón es un monzón de polvo y avanza con rapidez. Calculo que es excitante y memorable. No hay muchas tormentas en mi memoria. La vez anterior que me vi rodeada de un negro tan denso, fue durante mi viaje, antes del aterrizaje. A pesar de los vestigios esperanzadores, la vida en Marte no podrá ser. Es más necio que en la Tierra, el polvo.

Mi batería es baja y todo está oscureciendo.

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