Porque considero que iniciarse en el ATS® -o en cualquier actividad física- es una excelente idea para revelarse contra las arraigadas costumbres del sistema patriarcal desde la trinchera dancística -o de cualquier actividad física-

Arely Valdés
4 min readMar 9, 2018

Disclaimer: este es un post apasionado y furioso so don’t @ me

Inicialmente, deseaba que mi texto fuera una unuseful guide to tribal bellydance. Sin embargo, en el proceso caí en cuenta de que mi penoso intento de ATS® for dummies era en realidad un arrebato por ordenar mis emociones y pensamientos en torno a algo mucho mayor. O sea: mi tribal talk era tan solo la orilla del rompecabezas.

I.

Paloma Prieto, directora de Tribal Alabardas, de Aguascalientes, explica en un vídeo para Estudio 519, que el ATS® se basa en tres hechos primordiales: trabajo en equipo, la comunicación a través de señales corporales y un vocabulario estructurado. Me gusta como explica las premisas del tribal americano: de modo preciso, aunque técnico para aquel que no esté familiarizado con el tema. En otras palabras, el a te ese (erre) es una danza que, a través de señales corporales previamente establecidas, se improvisa en grupo, siguiendo a un líder, cuyo puesto está en constante rotación.

Sí: cuando te inicias en esta danza la cantidad de información puede resultar abrumadora y también sí: colocarte en el puesto de líder puede dejarte la mente en blanco y encogerte los nervios. Las emociones cambian, por supuesto, cuando te sintonizas con el tribal. Como nota personal he de confesar lo adictivo que puede resultar encontrarse de guía, el thrill de bailar mientras el hámster del cerebro va a toda máquina con ese maravilloso forward thinking: pensar por adelantado el siguiente paso a marcar mientras haces uno distinto.

Este thrill que describo, la mayoría de los bailarines lo habrán experimentado, pero no es ahí donde radica para mi la mayor de las bellezas del ATS®. En esencia, es una danza hecha por mujeres. Todas, en algún momento, pasarán por el sitio en el que estuvo la compañera y todas, en algún momento, ocuparán el puesto de líder. Al final de la improvisación, queda esa tierna satisfacción que solo puede dejar el trabajo grupal: ¡hicimos esto juntas! Cada danza genera una energía particular al ejecutarse y aunque no he probado todo lo bailable que existe allá afuera, puedo decir que el ATS® se lleva la medalla de sororidad.

II.

Previo a cualquier presentación, existen, por supuesto, horas y horas de trabajo. Calentamientos, ensayos, estiramientos, conocer y reconocer al cuerpo frente al espejo, aprenderle los limites y las posibilidades. Esto no es característica exclusiva de la danza. Yoga, gimnasia, cualquier deporte, incluso salir a correr por las mañanas y probar como se alarga la resistencia con cada día que pasa. Los motivos para levantarse e iniciar cualquier actividad física son siempre personales y ejercerán influencia sobre la determinación de quien se mueve. El poder que se adquiere con ese reconocimiento de limites y posibilidades del cuerpo, es tremendo y no tiene igual. Estoy segura de que no son mis pelusas en los ojos: garbo, cierto desparpajo y fluidez al moverse, delatan a las personas que practican disciplinas físicas, cuando no la postura o los músculos.

¿Y qué tiene que ver todo esto del cuerpo con el sistema?

Me explico.

Culturalmente a la mujer se le ha relegado a las actividades que no requieren esfuerzo físico. Desde la infancia, mientras los niños corretean tras un balón y juegan a las luchitas, a las niñas se les da muñecas, microhornitos, jueguitos de té: objetos que exigen tratos delicados, que aniquilan la exploración del cuerpo a través del movimiento. Entonces crecen, y mientras ellos van por ahí conquistándolo todo con ese desparpajo del que hablaba antes, ellas, pues, ellas no se untan crema humectante en las tetas porque está bien raro tocarse las propias tetas. Basta y sobra una única puerta cerrada para que otras no se abran jamás. Si alguna vez te has sentido como de visita en tu cuerpo, como en constante disminución, como que algo no termina de encajar, valdrá la pena echar un vistazo a todas las veces que quisiste correr hasta irte de hocico, gritar o chiflar, reírte hasta que doliera el estómago, bailar hasta no poder más, pero alguien fue y puso una señal de stop, te frenó.

Tras años de danza, hasta ahora he venido a reconocer eso que leía en las listas de beneficios que ponían artículos en internet: seguridad. Sé cómo funciona mi cuerpo, tengo conciencia del espacio; bailando no estoy aterrorizada como cuando caminaba sola por las calles tiempo atrás. Vamos, que si la cultura no nos impusiera ridiculeces y actividades sedentarias, seríamos bastante distintos; si apreciáramos aún la más pequeña de las posibilidades del cuerpo con todos sus planos, niveles, ángulos y fuerza, tendríamos menos miedos, porque sabríamos, de verdad, de qué somos capaces.

Así que, a moverse. Súbanse al pole, hagan el saludo al sol, INSCRIBANSE EN SU ESTUDIO LOCAL DE ATS®, trabajen en el split, brinquen la cuerda, que el mundo no es el mismo si estás de pie o estás saltando, que lo que no fluye se estanca, que es más fácil para cualquier tipo de sistema ejercer opresión, si se permanece solo y estático.

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